Soplan vientos favorables para mejorar el estancamiento que han vivido los jóvenes andaluces en materia de idiomas hasta hace bien poco. La necesidad de poseer el nivel B1 de inglés para conseguir un grado y la instalación de programas bilingües en los centros educativos de enseñanza media han sido clave para que se produzca un punto de inflexión. Así lo consideran los expertos que ABC ha reunido para debatir sobre idiomas, y que han planteado la necesidad de que los futuros profesionales aprendan una tercera lengua para ser competitivos en el mercado laboral, entre otras conclusiones.
El encuentro ha estado protagonizado por Bernhard Roters, director de CLIC lh; Encarnación Pérez, directora del Área de Idiomas de Sevilla de ESIC; Carmen Vargas Macías, vicerrectora de Internacionalización de la Universidad de Sevilla; Leonarda Trapassi, vicedecana de Relaciones Internacionales de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla; Norbert Busch Neira, director del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla y Yolanda Romero Neira, directora de la Escuela de Idiomas Carlos V.
Para todos ellos es crucial que el alumno llegue a la universidad con un buen nivel de inglés y se preocupe cuanto antes por estudiar una tercera lengua. «Sería importante que los estudiantes de hoy, sabiendo que deben tener muy buen nivel de inglés, añadan un segundo idioma porque les va a ser muy útil. Es la tendencia que hay en Europa», señala Norbert Busch, para quien «saber un idioma es una puerta abierta a un mundo distinto».
Ya nadie discute que el inglés es el idioma estrella y se da por hecho que debe manejarse con soltura, puesto que en la mayoría de profesiones lo demandarán a la hora de buscar candidatos. Además, como señala Carmen Vargas, es el idioma de la investigación, en el que se celebran la mayoría de congresos y en el que está escrita una buena parte de artículos científicos.
Sobre el segundo idioma, los expertos coinciden en que dependerá de las necesidades profesionales de cada uno, aunque en los últimos años el alemán es uno de los que más se aprende. «Se está consolidando la demanda de alemán por la situación de desempleo y porque Alemania se considera una locomotora económica que demanda profesionales, por lo que los jóvenes lo ven como una llave a la inserción laboral», indica Yolanda Romero. «Cuando empiezas a trabajar con Alemania te das cuenta de que allí se habla alemán y no vale con e inglés, y que tu jefe tal como entres en la empresa te va a hablar en alemán», añade.
El francés, el chino o el japonés son otros de los idiomas que más interés despiertan en los jóvenes que quieren aprender una segunda lengua extranjera. «Tenemos 11 idiomas y el inglés es el más demandado, después francés y alemán y hay una demanda muy constante en el tiempo de árabe, japonés o chino», indica el director del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla.
Ahora bien,¿cabe la opción de plantearse el aprendizaje de un segundo idioma extranjero si el inglés aún no está asimilado para muchos de los jóvenes sevillanos? Los entendidos con los que hemos hablado se pronuncian al respecto. Para Carmen Vargas ha habido «un antes y un después en la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior para concienciar a la gente de la importancia de los idiomas. Ahora sabemos lo mínimo que queremos y es un B1, lo que nos queda es quitarnos ese complejo que tenemos los andaluces porque no hay nada genético que impida que un andaluz hable perfectamente el inglés».
De igual modo piensa Norbert Busch, para quien no hay ninguna dificultad, salvo «la mentalidad y los perjuicios culturales» que existen en Andalucía. «Hace unos años pronunciar un idioma tal como es resultaba poco aceptable aquí. Así ocurre con la pronunciación de Michael Schumacher, por ejemplo. Si ese señor estuviera sentado aquí jamás se habría reconocido». Ahora bien, el director de la Escuela de Idiomas de la US detecta un cambio de tendencia y es optimista al respecto. «Hay una voluntad de decirlo bien, ya no da vergüenza», asevera.
La oferta para los que quieran estudiar idiomas es muy amplia, como coinciden todos estos expertos, así que ya no hay excusas y en un tiempo previsible el idioma ya no será «un lastre como lo ha venido siendo hasta ahora».
Otra de las claves analizadas en este encuentro es que el B1 no debe ser una meta, sino un punto de partida. «Todo el mundo sabe que existe un marco de referencia y que es recomendable tener buen nivel de inglés antes de empezar la universidad», indica Leonarda Trapassi.
Encarnación Pérez, de ESIC, opina que ya ha calado la necesidad de aprender inglés desde pequeños. «Los colegios con programas bilingües reales y extraescolares de calidad sacan al alumno con el B1, pero esa no debe ser la meta, sino el punto de partida», comenta. «Es insuficiente para las ofertas laborales o para desenvolverse con soltura con el idioma. Para irte a estudiar o trabajar al extranjero se requiere como mínimo el B2».
Yolanda Romero, de la Escuela de Idiomas Carlos V, percibe que «afortunadamente cada vez hay más jóvenes que llegan a nosotros con el B1 conseguido y los cursos estrella empiezan a ser el B2 y el C1, pero después viene el mantenerlo». A su entender, no se trata de obtener el título para presentarse a una oferta de trabajo o incluirlo en el currículum, sino de emplearlo como una herramienta útil para la vida social y laboral.
Hay otro asunto que plantea Yolanda Romero que resulta clave en el aprendizaje de un idioma, y es dejar de verlo como una obligación. «Los padres desde pequeños están preocupados en apuntar al niño a una actividad extraescolar para que estudie inglés, les ponen los dibujos animados en inglés, pero todo le viene al niño como algo demasiado impuesto y poco natural. En nuestra opinión tiene que haber una implicación en todos los ámbitos para que la lengua se absorba de forma natural, esa es la envidia que tenemos hacia otros países, donde sí se consigue». Por eso, añade, la movilidad en los estudios o las salidas al extranjero aunque sea en periodo vacacional pueden ser una buena ayuda.
Bernhard Roters explica que a CLIC llegan muchos alumnos que quieren aprender inglés para prepararse un examen de certificación y que muchas veces tienen «demasiada prisa». «Les decimos que en función del nivel que traigan requieren más o menos tiempo pero insisten en preparárselo rápido y si no, se van a otro sitio donde les aseguran que sí lo conseguirán, aunque muchos de ellos vuelven después».
En el aprendizaje del inglés o de cualquier idioma, puntualiza Norbert Busch, no se trata de hincar codos. «La noche anterior de un examen de inglés no se puede aprender ni estudiar, porque el aprendizaje de un idioma no funciona así. Es competencia, habilidad, destreza. No es saberlo, es saber hacerlo», insiste.
Yolanda Romero piensa que «no es suficiente con dos días en semana ir a clases y ya está, el idioma hay que tener contacto con él cada día. Tiene que ser comunicativo desde el primer día». Igual piensa Bernhard Roters, para quien la asimilación de un idioma depende mucho del profesor que les haya tocado. «Los hay muy preparados con un enfoque comunicativo muy bueno y otros que siguen traduciendo en sus clases. La interacción es muy importante y el que tenga un profesor interactivo desde corta edad nunca va a tener problema en hablar esa lengua, pero el que no haya tenido esa suerte tendrá muchas barreras», aclara. «Se escucha mucho ‘Ya hablaré yo cuando sepa’, pero hay que empezar desde el primer día, practicar las tres palabras que sabes». Además de la vocación del docente, la disciplina, la constancia y las nuevas tecnologías son fundamentales en la enseñanza de una lengua, como manifestaron los ponentes de esta mesa.
Uno de los asuntos sobre los que alertan a quienes quieran aprender un idioma es el de las academias que surgen de la noche a la mañana y que anuncian en un cartel: «B1, profesores nativos». «Hay gente que lo ve y piensa que es lo que necesita y hasta que se da cuenta de que no lo es ha perdido mucho tiempo», dice Norbert Busch, quien asegura que estos centros «suelen tener profesores en precariedad laboral y por tanto desmotivados, que además carecen de la formación y la capacidad comunicativa necesaria para ser un buen docente». «Sevilla es muy atractiva para los extranjeros y muchos quieren encontrar trabajo como profesor sin tener competencias», añade Encarnación Pérez. A este respecto, Bernhard Roters explica que en CLIC exigen a sus profesores un nivel acreditado C2, sin tener en cuenta el pasaporte o si es o no nativo. «Importa más la formación académica, que tenga un carácter adecuado y conocimiento cultural de la lengua y el país».